“No se puede cocinar bien si no se pone en ello el corazón, dado que , por encima de todo se trata de que reinen en torno a la mesa sentimientos de amistad y de fraternidad”
Bronceate comiendo
Por raro que suene, algunas frutas y verduras como los melocotones, los tomates, las zanahorias y hasta las pipas tienen un papel muy importante a la hora de conseguir un bonito bronceado, seguro e intenso.
Ya sabemos los daños que puede causar el sol en nuestra piel si se toma masivamente. Pero, el gran Lorenzo tiene un incuestionable valor para la vida en la Tierra y, como no, para el ser humano.
El sol es fuente de energía vital que mejora nuestro estado de ánimo dándole la fuerza y optimismo que necesitamos. Sin embargo, no hay que olvidar que también es necesario para nuestra salud física. La luz solar es imprescindible para la síntesis de la vitamina D (fundamental para nuestros huesos y músculos), que junto al calcio previene el raquitismo. Por eso es muy importante que los niños y los ancianos hagan vida al aire libre. Además, favorece la activación de la vitamina C y mejora gran parte de los casos de acné y psoriasis reduciendo la intensidad de la enfermedad.
En cuanto a los alimentos, su capacidad autobronceadora es debida a los betacarotenos (precursores de la vitamina A), cuya funcionalidad interviene en la síntesis de la mielina que constituye nuestra protección contra el sol. Tomando alimentos ricos en vitaminas A, C y B5, sin olvidarnos de las grasas (que evitan el envejecimiento prematuro) y minerales como el hierro y el cobre (que proporcionan un buen tono a la piel), podemos potenciar nuestra pigmentación y, por tanto, nuestra protección natural ante el sol.
Según un estudio del “Journal of the American Academy of Dermatology”, si consumiéramos más alimentos ricos en betacarotenos, estaríamos mejor protegidos frente a los rayos UV. De esta investigación no debemos concluir que tomando grandes cantidades de estos alimentos podremos tumbarnos bajo el sol sin correr ningún riesgo. Más bien, la protección que ofrecen es moderada, por lo que deberemos usar la correspondiente crema protectora.
Algunos de los alimentos que broncean son: la zanahoria, el melocotón, las fresas, los guisantes, el tomate, la manzana, las almejas, los espárragos, las nectarinas, las moras, los nísperos, las espinacas, el aceite de oliva, las cerezas, los rábanos, el melón, los albaricoques, la lechuga y las pipas.
Para conseguir este efecto bronceador hay que empezar a consumir dichos alimentos, por lo menos, un mes antes de la exposición y continuar así el resto del verano.
Tomar el sol sin peligro
Para poder tomar el sol sin peligro y lucir un bronceado duradero se deben tomar las siguientes medidas:
– No tomar el sol cuando los rayos solares son más fuertes (entre las 11 y las 3 de la tarde) y tener cuidado en los días nublados.
– Usar una crema protectora con un SPF (factor de protección de sol) número 15 o más alto si se trata de niños -a los que no se debe exponer a la luz directa del sol si son menores de seis meses y ancianos. Los bronceadores más eficaces son aquellos que no se alteran ni con el agua ni con el sudor. Es conveniente comenzar con un SPF alto durante la primera semana de exposición, para luego pasar a un producto de índice menos elevado.
– El protector solar debe darse unos 30 minutos antes de la exposición por todas aquellas partes de la piel que no estén protegidas por alguna prenda. La administración de la loción debe repetirse cada dos horas y con la piel limpia de maquillaje o productos que contengan alcohol, ya que éstos pueden producir manchas oscuras.
– Los primeros días, el tiempo de exposición no deberá exceder la media hora de duración. Posteriormente, se podrá ir aumentando cinco minutos cada día, hasta alcanzar una protección natural de la piel, que se consigue, aproximadamente, al cabo de una semana.
– Al salir del agua, debemos secarnos con una toalla porque las gotas pueden actuar como una lupa y producir quemaduras y manchas.
– Procurar no quedarse quieto y moverse mientras se toma el sol, así se modifica constantemente la superficie expuesta.
– Es importante beber abundante agua para que el organismo no se deshidrate.
– Después de una exposición es conveniente hidratar la piel.
Feliz verano al sol.
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